1976, Buenos Aires: Largo viaje sin movernos






Ritmo de pulmones de la ciudad que duerme. Afuera hace frío. De pronto, un estrépito atraviesa la ventana cerrada. Me hundís las uñas en el brazo. No respiro. Escuchamos un barullo de golpes y puteadas y el largo aullido de una voz humana.
Después, silencio.
- ¿No te peso?
Nudo marinero.
Hermosuras y dormideces más poderosas que el miedo.
Cuando entra el sol, parpadeo y me desperezo con cuatro brazos. Nadie sabe quién es el dueño de esa rodilla, ni de quién es este codo o este pie, esta voz que murmura buen día.
Entonces el animal de dos cabezas piensa o dice o quisiera:
- A gente que se despierta así, no puede pasarle nada malo.

Eduardo Galeano

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