Esperando el bondi...









Podrán inventar autos que se conduzcan solos, brillantes naves plateadas que a velocidades supersónicas nos lleven de aquí para allá en una patada. Cómodos vehículos tripulados por droides tan avanzados que mientras conducen nos informen del tiempo y las noticias. Pero, cualquiera de esas frivolidades  no podrá jamas reemplazar la felicidad inigualable de ver asomarse por la esquina la trompa adusta y emprendedora del colectivo. Luego de minutos o hasta horas de espera, ver surgir en las noches frías de invierno, cuando creíamos perdida toda esperanza de salvación y habiéndonos preparado para la muerte por congelamiento (o aburrimiento) divisar los opalinos ojos del bólido celestial que nos acercara una vez mas a casa, que nos aunara al pueblo trabajador e inagotable que (aunque políticos y ladrones y asesinos) sigue saliendo una y otra vez al deber.



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