La muerte tiene cara de mujer
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Virginia Poe |
No alcanzo a figurarme como será
en la visión, en el entendimiento de una mujer la cara de la muerte, la figura
que tantas veces en la vida nos acecha sigilosamente, tanteando nuestro destino
o suerte, aguardando a que nuestro designio para con ella se cumpla. Lo más
correcto seria suponer que en su lugar, para las mujeres la muerte tiene cara
de hombre, de un hombre fuerte y sádico que podría tomar sus vidas en un
segundo. Quizás no sea así y también la vean de
forma seductora, con gracia en sus movimientos y segura de su
superioridad, de su triunfo ante la vida.
La explicación mas lógica
(para un hombre); nacemos de mujeres, vivimos por mujeres, siempre en algún rincón,
aunque sea el mas vil de los hombres, en un pequeño rincón oscuro del corazón o
de la mente subyace un amor perdido, una mujer que con el paso de los años
agiganta su figura y se nos hace una diosa,
un símbolo de la redención y la felicidad; el paraíso encarnado en dos
piernas esbeltas y unos labios venenosos. La verdad esta tan lejos de ese
ideal, pero mientras siga intacta en su templo (¿nuestra cabeza?) la figuramos
hermosa y perfecta por siempre, y la culpa de haberla perdido (muerta o ida)
solo se explica en la torpeza de no haber sabido adorarla como era debido.
Edgar Allan Poe nació en la
primera década del siglo 19, desgraciado toda su vida, perdió al menos a dos
mujeres importantes en su vida. La primera su madre, Elizabeth Arnold Poe murió
a los pocos años de que el naciera victima de la tuberculosis. La segunda, en
la que creía haber encontrado un consuelo para sus desdichas fue Virginia Eliza
Clemm, su prima que rondaba los trece años cuando se casaron. Con la última vivió
algunos años de ilusión, de una felicidad idílica pero provisoria en un Cottage (una especia de casa de campo en
las afueras de la ciudad) Virginia enfermo rápidamente y murió también de
tuberculosis dejándolo devastado.
Su desgracia, su dolor y pena
lo ayudaron a escribir los relatos más desgarradores que un ser puede escribir
sobre el amor. Cuentos en los que la figura de la mujer, de la amada aparece y
tiñen el relato de incertidumbre. La amada siempre sucumbe a una desgracia, a
un designio mas allá de esta tierra y es el personaje, casi siempre el relator
el que narra su sufrimiento y su espanto ante la muerte y los sucesos que la
desencadenan. Si hay algo que aparece como regla, es una muerte nada terrenal,
casi siempre misteriosa y etérea. Algunas veces macabra, es cierto, pero
macabra para el relator (y también el lector) que sufre el martirio de no
poseer las herramientas para evitar lo inevitable; la muerte es la gran
triunfante.
Para Poe la muerte
tenia cara de mujer.
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