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Una taza de té En verano. Sí, costumbre adquirida en el pasado. Pasado los treinta si uno come un poco pesado, necesita la ceremonia del té, la sensación de calor en el estómago que alivia. Aunque sea verano, por lo menos hoy está fresco. La noche se siente bien, se está bien. Sorbos y relectura de cosas escritas en otro tiempo.

" El hecho del personaje Juan, como traductor, alter ego de Cortázar, también traductor en la UNESCO.

El hecho del trabajo de traductor, intérprete, desglosador.

Habría que pensar en el caso de las traducciones, cuando se pierde el sentido original, cuando la poesía traducida no rima, cuando los juegos de palabras (traducciones de Poe habrán influido en su idea de que siempre algo se pierde, de que quizá se pierda no algo sino todo en la traducción, en el acercamiento, así como la materia al ser observada ya no es la misma, cambia, se transmuta)

Contra eso lucha Juan, contra el instinto, la obligación humana de traducir, interpretar, sospechando una pérdida en el camino, una corrupción...

Y entonces ¿Cómo llegaremos a alcanzar eso que no debería ser traducido, como asirlo, como incorporarlo, verlo... sintiéndolo? 

Eliminando el lenguaje antiguo, arcaico por otro nuevo o por ninguno?"

Ya casi se termina el té, el sueño, la noche, las interpretaciones, todo debería ser sin filtro, esta manía de filtrar y analizar y pensar. Alguien me dice que no lo piense tanto, que actúe, que viva. 

Ya no queda té, ni noche, ni filtro. Solo palabras.

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