Atardecer





Mundial de Escritura Dia 1










Créditos: @lachicadeloscielos
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—Un amor que se convirtiera en tragedia por amor. Así con esas palabras, la definición del drama romántico. No un amor normal, con idas y venidas, con discusiones rutinarias —Verónica fumaba flores y miraba por la ventana, como el día se iba apagando y los tornasoles del invierno le pintaban la cara como en una pintura impresionista.

—Vos no querés nada, o mejor dicho, querés todo—dijo Ariel, mirándola desde el piso alfombrado.

-—Lo quiero todo y quiero nada al final. No es que no pueda aceptar un amor convencional. Pero cuántas veces me fui de alguna relación con tanta facilidad que hasta me asustaba a mi misma. La ultima la podes recordar, un mensajito por teléfono y listo, ni siquiera tuve que confrontarlo. El pibe no sé qué habrá pensado, pero ni apareció—el humo rojo por el atardecer la envolvía y para Ariel parecía tener una aura maligna, sobre todo por lo que contaba—. Me hubiese encantado que se hubiese aparecido, que hubiese ensayado indignación o enojo. Pero no, nos estamos volviendo como robots, ya ni siquiera vale la pena luchar por un amor porque nos resbala todo.

—Sí, qué sé yo—Ariel ya no la miraba. En cambio miraba el piso, jugaba con una hormiguita que avanzaba esforzadamente entre los pelos de la alfombra. Recordaba como el amor por Verónica había devenido en amistad y como nunca le había confesado que él si la hubiese buscado si le hacia eso, que la hubiese confrontado para que le explicara algo si es que ella le hubiese hecho algo así. 

—Siempre tan expresivo vos ¡eh!— dijo Verónica mientras reía —andá a saber que pensás cuando te digo estas cosas.

—Nada, es que no te entiendo nunca. Que clase de amor es uno sufrido, tormentoso, trágico. Es un amor de novela o de mito pero no es uno real. En la vida real uno aprende a amar la rutina, los momentos, la clave está en aceptar todos esos lugares comunes y seguir eligiendo al otro aunque la magia no explote.

— La magia no explote ja,ja,ja— Verónica estalló en una carcajada y le arrojó la tuca casi apagada por la cabeza—ahí tenés tu magia explotando.

—Boluda ¿que haces?— le respondió furioso Ariel mientras se sacudía el pelo. Enseguida empezó a reírse también y los dos se tiraron al piso. El atardecer hacía rato que había devenido en una noche ligera y el aire frío del invierno entraba rápidamente por la ventana.

Ambos se quedaron tirados en el piso mientras la noche avanzaba, de a ratos empezaban una risa que se contagiaban mutuamente, para volver a caer en un silencio helado.
— Esto vale más que cualquier amor, o es un tipo de amor, vos, yo, el faso, un atardecer—susurró Verónica en la oscuridad del cuarto.
— Un intento de incendio, una piromaníaca loca— respondió Ariel girándose y mirando de costado a Verónica, que tenía cerrados los ojos y respiraba regularmente. Acercó una mano a su cara y estuvo a punto de acariciarla pero se dio cuenta de que se estaba quedando dormida. La miró en la oscuridad y se asombró de lo hermosa que era cuando dormía. Una ráfaga de viento frío entró por la ventana abierta y le puso la piel de gallina. Ariel se levantó y la cerró. La noche, triste y silenciosa se había cerrado sobre la ciudad.

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